Por:
Pedro J. Arocho Soto - Estudiante Doctoral en Psicología
Clínica de la Universidad Carlos Albizu
Editado por: Dra. Elizabeth Torres Millayes & Dra. Melissa Bezares Hernández
En septiembre del 2017, Puerto Rico (PR) vivió la devastación del huracán María con un costo aproximado en daños por $80,000 millones y con más de 4,000 muertes como consecuencia del huracán (Vélez, 2020). Tres años después, el 7 de enero del 2020 un pueblo ya impactado despertó con un terremoto de magnitud 6.4. En adición, como si fuera poco, 3 meses después en PR se está experimentando el efecto de una pandemia por el COVID-19 que afecta la actividad económica y obliga a las personas al distanciamiento físico (Gonzáles, 2020). En estos momentos, poco después del inicio de la pandemia en PR, sus efectos hacen notar que más de 56% de nuestros niños viven bajo condiciones de pobreza y hambre (Vélez-Serrano, 2020). Esto como consecuencia ha creado un movimiento de conciencia social, de promoción de la autonomía alimentaria y la importancia de la salud mental para el desarrollo social-comunitario. La facultad y la comunidad estudiantil (a la cual pertenezco) de la Universidad Carlos Albizu participan activamente en el cuidado psicológico del país.
En mi experiencia como estudiante doctoral he palpado cómo la integración de la
Horticultura Terapéutica (HT) y la Terapia Hortícola (TH) en los procesos de ajuste psicológico ha sido una herramienta de activación conductual (AC) importante durante estos procesos de crisis. La AC tiene como meta crear patrones más saludables de conductas con el fin de mejorar el estado de ánimo y su calidad de vida en general (Maero & Quintero, 2015). La literatura científica nos dice que la crisis es un estado agudo de estrés, tipificado por el rompimiento súbito de la fijeza psíquica y por la respuesta activa del sujeto ante un proceso de cambio (Gonzalez, 2001). El DSM-V dice, que los factores de estrés sobrevenidos pueden llevar a que presenten cambios emocionales y conductuales con impacto a nivel individual o a nivel comunal (Asociación Americana de Psiquiatría –APA, 2013). La HT consiste en usar las plantas y las actividades afines para procurar el bienestar de los participantes y la TH es un proceso activo que se produce dentro de un plan de tratamiento establecido, por un terapeuta hortícola cualificado para lograr metas terapéuticas especificas y documentadas (Peña, 2013). Por lo tanto, el proceso de AC con la TH y la HT promovió el descentramiento conductual y psicológico, integrando rutinas de actividad física adecuadas con capacidades relacionadas a la horticultura, la conexión con la naturaleza y la promoción de la autonomía alimentaria por medio de cultivo de hortalizas.
Ante eventos como los desastres naturales y el COVID-19 observé la necesidad de promover en mis clientes el sentido bienestar subjetivo e incentivar la resiliencia. Conceptos que son definidos como, un componente cognitivo relacionado a la satisfacción con la vida y la capacidad de superar los eventos adversos y ser capaz de tener un desarrollo exitoso a pesar de circunstancias muy adversas (Denegrí et al., 2015; Becaño, 2006). En una de las intervenciones uno de los participantes mencionó, “esta semilla crecerá y será de habichuela, ahora sé que aún puedo lograr algo cultivando calma y cosechando paciencia”.
En mi experiencia en estas intervenciones en crisis las personas se cuestionan, sienten culpa e impotencia por la valoración negativa de su sentimiento y pensamientos de incapacidad para la realización personal. La integración de HT y TH promovió el sentido de logro, los estados de ánimo positivos y la motivación por medio de actividades de jardinería relacionadas a la capacidad de hacer crecer un ser vivo, cuidarlo y hacer notar la posibilidad de replicar esto decenas de veces en beneficio de su salud mental, salud física y la alimentación. Por otra parte, se reconoció que enfrentar estos retos actuales contempla un proceso de ajuste psicológico.
Este proceso de ajuste psicológico es en efecto un proceso de cambio. En el modelo transteórico del cambio propuesto por Proshaska y DiClemente, lo primero que se observa es que el proceso de cambio no es lineal y permanente (Cabrera, 2000). En enero del 2020 junto a unas brigadas de ayuda dirigidas principalmente por la Dra. Bezares (directora de la Clínica Albizu en Mayagüez), otros facultativos y estudiantes, le mostramos por medio de la integración HT, a los impactados por los terremotos en el área sur de PR, cómo este evento puede ser una oportunidad para el cambio y el mantenimiento del sentido de bienestar. Muchas personas en momentos de crisis no fueron capaces de identificar sus necesidades actuales y comenzar a trabajar en dirección al cambio. Uno de los participantes mencionó en estas actividades, ¨tenemos que permitirnos regar nuestra vida con agua saludable¨, contemplando así la necesidad real de un cambio, como por ejemplo salir del estancamiento y movernos a la acción. En esta integración de HT se mostró que al igual que en las plantas, hay momentos que los seres humanos tenemos que cortar y separarnos de variables que afectan nuestra salud; en una planta ayudarle a salir de una maceta pequeña que impide el progreso, y en los seres humanos salir de una condición que controla nuestro bienestar e impide el descentramiento conductual y psicológico.
A diferencia de esta pandemia por COVID-19 en el huracán María y en los terremotos de principios de este año no había distanciamiento social, y fue la misma comunidad quien levantó gran parte del país; algo de lo que también fuimos parte. Se dice en la literatura científica que el distanciamiento social genera un estrés no normativo que puede incrementar la probabilidad de vivenciar por primera vez un problema de salud mental, o la recurrencia de algún trastorno mental pre-existente (Caballero & Campos, 2020). Ante esta nueva realidad, los servicios psicológicos que brindamos los estudiantes en adiestramiento clínico adoptamos la modalidad reconocida como “telepsicología”. Los servicios psicológicos dentro de esta modalidad durante la pandemia son principalmente dirigidos a mitigar el impacto psicológico del COVID-19, el estrés que puede provocar el proceso de ajuste al distanciamiento social y proveer continuidad en los servicios psicológicos ofrecidos en esta clínica de la comunidad. Una de las tareas que principalmente ejecuté fue la creación de rutinas saludables. En ellas se asistió a los participantes en crear un plan de trabajo en el jardín, en la creación y mantenimiento de pequeños huertos familiares y la inclusión de paseos por el traspatio contemplando la naturaleza en conciencia plena.
Estudios muestran que en momentos de estrés hay mayor segregación de una hormona llamada cortisol (Duval et al.,2010). Se ha encontrado que exposición a la naturaleza entre 20 y 30 minutos reduce lo niveles de cortisol salival en 21.3 % (Hunter et al., 2019). A este fin, la integración de la TH se mostró como una herramienta útil, ya que puede promover la esperanza en el contacto con otro ser vivo a pesar del distanciamiento.
En este sentido, mi experiencia como estudiante doctoral integrando el uso de plantas al proceso terapéutico y ajustándolo a nuestra realidad actual, permitió que se realizará esta práctica vía ¨telepsicología¨. Mostré a mis participantes, cómo los seres humanos al igual que las plantas podemos ser impactados por virus; los puertorriqueños en este momento al igual que los áfidos nos podemos convertir en vectores. Se ejemplificó por medio de la TH cómo las prácticas de distanciamiento social e higiene pueden ayudarnos a evitar el contagio de plagas a otras plantas y a otros seres humanos. Por otro lado, se ha mencionado que los jardines terapéuticos pueden ayudar aliviar la angustia psicológica provocada por una enfermedad (Burton, 2014). En ausencia de un jardín estructurado, el traspatio y las plantas del hogar se convirtió en un lugar de consecución de metas terapéuticas. Con la ayuda de padres y cuidadores se ha logrando estimular los procesos atencionales por medio de ejercicios de jardinería adaptados, se ha estimulado la recuperación de memorias positivas por medio de la integración sensorial, se ha incentivado la integración familiar, la actividad física y la implementación de rutinas saludables que incluyen la producción de sus propios alimentos.
El hito histórico que vivimos, las repercusiones económicas y sociales, y nuestra realidad socio-demográfica ha provocado un sentido de acción social-comunitaria en muchos niveles. La integración del trabajo con plantas es una herramienta útil para procesos de intervención en situaciones de crisis sociales y ajustes psicológicos de impacto individual y colectivo. La necesidad de crear jardines sanadores de impacto comunitario y jardines terapéuticos de impacto en la práctica psicológica queda como una cuestión viable, accesible y no amenazadora para considerar en el futuro. Además, queda expuesta la necesidad de la creación de documentación científica que valide o descarte la efectividad de esta integración a los procesos psicoterapéuticos. Los seres humanos al igual que las plantas son vulnerables a eventos fuera de su control y estos eventos son oportunidades para ejecutar procesos de adaptación y buscar la supervivencia. En este proceso tratamos a los niños como la semilla del pueblo, algo que cuidas y te responsabilizas de su permanencia en generaciones.
Finalmente, si germinamos estas semillas bajo condiciones de estrés y en constante crisis, si sobreviven, cargarán consigo unas marcas de batalla que pueden comprometer su progreso y supervivencia. En Puerto Rico los constantes momentos de crisis que hemos experimentado sin duda han dejado marcas de batalla que permanecerán latentes en nuestro recuerdo.
Les invitamos a cultivar amor, esperanza y compromiso en los niños porque son la semilla de pueblo, y con el tiempo cosecharemos empatía, solidaridad y respeto para todos los seres humanos por igual.
Referencias:
Asociación Americana de Psiquiatría- APA, (2013). Trastornos relacionados con trauma y
factores de estrés. En Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (5ª ed.). (pp. 265-290)Autor.
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Burton, A. (2014) “Gardens that take care of us”, in www.thelancet.com/neurology, Vol.
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